Queridos Niño Dios y Papá Noel,  

 

Desde el sendero que guía mis pasos, escribo esta carta con la mochila ligera y el corazón lleno de esperanza. En cada piedra del camino, en cada árbol que da sombra, encuentro motivos para agradecer, pero también para soñar.

 

Hoy, más que regalos materiales, les pido bendiciones que iluminen mi peregrinaje por este mundo.  

 

 

Denme un camino para recorrer.
 

Que sea serpenteante como las historias que aún debo aprender, lleno de sorpresas en sus recodos. Quiero un sendero que me desafíe, con subidas que me enseñen a respirar profundo y descensos que me inviten a soltar el miedo. No importa si el suelo es rocoso o si llueve, mientras haya horizonte al que dirigir la mirada.  

 

Concédanme compañeros de jornada.

 

No busco multitudes ni aplausos, sino almas sinceras que caminen a mi lado, aunque sea por un tramo.

 

Peregrinos con quienes compartir un trozo de pan, un sorbo de vino o un momento de silencio. Que las risas nos encuentren en los días soleados y las lágrimas se conviertan en lecciones durante las tormentas.  

Regálenme una peregrinación que hable en el lenguaje del silencio.

 

Un trayecto donde el murmullo del viento entre los árboles sea mi guía y el eco de mis pasos, mi única compañía. Que el silencio sea más que ausencia de ruido; que sea un espacio para escuchar mi propia voz y, quizás, la suya también.  

 

 

Bríndenme la capacidad de cargar solo lo esencial.

 

Enséñenme a dejar atrás lo que pesa en el alma y no aporta al viaje. Quiero una mochila liviana, cargada de abrazos recibidos, lecciones aprendidas y recuerdos que no ocupan espacio físico.  

 

Denme ojos para ver la belleza en lo sencillo.

 

Que cada amanecer sea un recordatorio de lo milagroso que es estar vivo, que una flor en el borde del camino me hable de resistencia y que una piedra me enseñe que hasta lo más pequeño tiene un propósito.  

 

Y finalmente, permítanme llegar al final con gratitud.

 

 

Cuando mis pies cansados alcancen el destino, no quiero mirar atrás con arrepentimientos, sino con la satisfacción de haber vivido cada paso. Que el final del camino sea también un nuevo comienzo, con la certeza de que siempre hay más senderos por explorar.  

 

Gracias por escuchar a este humilde peregrino, que camina por los días como por el Camino de Santiago: con fe, con esperanza y con amor.  

 

¡Buen Camino para todos!


Con gratitud,  
Un peregrino más. 🌟